'A mí me gustan los corridos porque son hechos reales de nuestro pueblo', dice uno. Otro asiente: 'Cantan la pura verdad'. Es el diálogo de voces callejeras en Jefe de jefes, el potente narcocorrido con el que Los Tigres del Norte iniciaron su actuación en Madrid. Contaba José-Miguel Ullán que hubo una época, mexicana y gloriosa, en que cualquier barbaridad -crimen pasional, descarrilamiento de tren...-, en lugar de terminar en crónica periodística, andaba en coplas o romances pegadizos. Los Tigres son cronistas musicales de la realidad más cruda. Hace meses, estos mexicanos famosos desde hace lustros a ambos lados del río Grande eran aquí unos absolutos desconocidos. Y sin el corrido de 500 páginas de Pérez-Reverte probablemente allí seguirían. Mujeres subían al escenario para bailar o robarles algún beso. Ambiente verbenero para una música fronteriza y comunicativa, en la que manda el acordeón sobre una rítmica monótona. Con letras que también tratan de maridos despechados, traiciones y amor.
Los Tigres del Norte
Sala La Riviera. Madrid, 11 de septiembre.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 13 de septiembre de 2002