Ayer por lo menos, los cuatro primeros toros olían a aftershave y no a toro. La gente se quedó tan ancha. A lo mejor es por la costumbre, que lo que les llamaría la atención sería un toro que oliera a tal. Pero tampoco, porque en los dos últimos la pasividad fue la misma. Otro tostón ayer. Por los toros primero, ya se ha dicho. Pero por parte de Ponce, la figura del cartel, también. Si el toro es un lila y encima se lo pasa uno por Andorra, poniendo un tranvía atravesado por medio, es imposible emocionar. Y el nuevo, copiando, que es lo peor. Anda el joven espada garbosillo en medio de su inexperiencia pero ya ha tomado buena nota de que los vestidos no conviene mancharlos más que con arena y por eso no duda en echarse de rodillas. Pero que los roce un toro, ¡ni hablar! Caballero estuvo cumplidor en su primero y muy por encima del pelmazo que mató en segundo lugar. Tesonero y eficaz, se sobrepuso a la insipidez del toro; lo que pasó es que con la espada no fue Mazzantini exactamente.
Atanasio Fernández / Ponce, Caballero, Jiménez
Toros de Atanasio Fernández, mansos, descastados. Dos de Charro, 5º y 6º, deslucidos. Enrique Ponce: -aviso-, (pitos); (palmas). Manuel Caballero: (silencio); (silencio). César Jiménez: -aviso- (palmas y saludos); (silencio). Plaza de la Glorieta, 12 de septiembre. 5º de feria. Poco más de media entrada.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 13 de septiembre de 2002