George W. Bush dijo ayer que dudaba "mucho" que Sadam Husein cumpliera sus compromisos sobre desarme y que esperaba muy pronto una resolución de la ONU. La resolución debía incluir "una fecha límite" para ser acatada. "Estoy hablando de días y semanas, no de meses y años", añadió. Algunos parlamentarios, como el senador John Kerry, expresaron su temor de que la resolución no fuera más que un trámite para desembocar en una guerra ya decidida. El presidente de Estados Unidos se reunió en Nueva York, dentro de la asamblea general de Naciones Unidas, con un grupo de dirigentes africanos.
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Durante el acto, Bush se refirió a la necesidad de que el Consejo de Seguridad aprobara pronto una nueva resolución sobre Irak, pero se mostró escéptico acerca de los resultados que pudiera obtener la presión diplomática. "Dudo mucho que acepte nuestras demandas", comentó. "Espero que lo haga, pero lo dudo mucho".
"Dudo", siguió Bush, "porque ha dispuesto de 11 años para satisfacer nuestras exigencias. Y durante 11 largos años, su respuesta a Naciones Unidas y al mundo ha sido básicamente que nuestras exigencias no le importan". George W. Bush dio el jueves una última oportunidad a la ONU para que obligara a Husein a cumplir las resoluciones del Consejo de Seguridad sobre desarme, inspección internacional y respeto a las minorías étnicas y religiosas dentro del país. Su secretario de Estado, Colin Powell, y sus principales aliados europeos le convencieron de que apurara las opciones diplomáticas y el canal de la ONU antes de recurrir a la fuerza. Pero todo indica que en la Casa Blanca decidió, a lo largo del verano, que el único recurso efectivo era el de las armas.
Bush, respaldado por el Congreso estadounidense, propugna un "cambio de régimen" en Bagdad. Eso es algo que la ONU no puede apoyar en ningún caso, porque constituiría una injerencia contraria a sus propias normas. De ahí la impresión generalizada de que la inminente resolución, con un ultimátum dirigido a Sadam Husein, será sólo un trámite para acceder a otra resolución que dé cobertura legal al uso de la fuerza por parte de EE UU y algunos de sus aliados, como Gran Bretaña.
El senador demócrata John Kerry, uno de los aspirantes in pectore a la presidencia en 2004, declaró que Bush debía conceder tiempo y margen de maniobra a la ONU para que aplicara presión diplomática sobre Bagdad. "No queremos que esta iniciativa se convierta en una charada, en un simple trámite para que se cumpla una decisión ya tomada", dijo.
Otros parlamentarios, como el senador John McCain, que fue rival de Bush en las primarias republicanas para la elección de candidato a la presidencia, expresaron su inquietud por los movimientos militares ya realizados por EE UU, como el envío a Qatar de 600 altos oficiales del Comando Central. "No me gustaría, como representante de Arizona, que mi voto sólo sirviera para refrendar los hechos. El Congreso debe expresar su voluntad antes de que comience la preparación para la guerra", declaró.
El líder de la minoría republicana en el Senado, Trent Lott, optó por pedir que el Congreso votara inmediatamente una resolución de apoyo al presidente. Los republicanos, en general, creen que un clima de guerra inminente les ayudará en las elecciones parlamentarias y estatales de noviembre. Los demócratas, por el contrario, prefieren retrasar cualquier votación sobre Irak hasta después de esas elecciones.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 14 de septiembre de 2002