Ha cometido crímenes de guerra, viola sistemáticamente los derechos humanos, dirige un Gobierno que financia la fabricación de armas de destrucción masiva y no duda en recurrir al terrorismo ni al respaldo de organizaciones religiosas extremistas... ¿Hablamos de Sadam Husein? Sí, y también del primer ministro de Israel, Ariel Sharon. Si el primero constituye una amenaza potencial para Oriente Próximo, como asegura la Administración de un George Bush cuyo padre no derrocó al dictador iraquí cuando pudo, el segundo ha demostrado con creces su condición de amenaza real.
Por cierto, la semana que viene se cumple el 20º aniversario de la matanza de civiles palestinos en Sabra y Chatila, amparada por el entonces ministro de Defensa israelí. ¿Informarán sobre este acontecimiento los medios de comunicación igual que recuerdan la masacre del 11-S o 'se olvidarán' de él como han hecho con el siniestro historial de nuestro huésped y aliado Fahd de Arabia?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 15 de septiembre de 2002