Me ha llamado la atención la noticia de que Daniel Sirera, del PP, ha preguntado a TV-3 los motivos que llevaron a esta cadena catalana a emitir la película Braveheart como parte de su programa de la Diada (EL PAÍS, 12 de septiembre). Al señor Sirera no debía de preocuparle la proyección de este filme que hace alarde de un nacionalismo vulgar, rechazado por muchos escoceses, y cuyo valor histórico está muy por debajo de su valor taquillero. Los escoceses inteligentes y civilizados supieron ganar la paz con Inglaterra, convirtiéndose en los mejores administradores del imperio británico y en los políticos más perspicaces del actual Reino Unido. Si con la emisión de esta película TV-3 quiso tocar una fibra nacionalista, eligió mal. Braveheart es un típico producto de Hollywood, rodado casi todo en Irlanda, y el protagonista, el actor australiano Mel Gibson, votó en contra de romper los tradicionales vínculos con Inglaterra en un referéndum celebrado en Australia en 1999. No confundamos la fantasía con la realidad.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 17 de septiembre de 2002