El 24 de agosto los medios informaron que un enfermo de 73 años, hospitalizado en Madrid, estaba afectado por la legionela y se aseguraba que se había contagiado en un balneario de la provincia de Granada. Personalmente dudo muy mucho que esto pudiera ser cierto, por la sencilla razón que a los balnearios termales acuden muchas personas mayores y si las aguas del de Granada tuviesen legionela se habrían infectado muchas personas y esto no ha ocurrido.
Me asombro cuando se dice que se va a realizar una limpieza exhaustiva de las instalaciones del balneario de acuerdo con el Decreto 909/2001. Y digo que me asombro porque las instalaciones no 'fabrican' la legionela. De existir, que lo dudo, legionela, y otras bacterias, en el agua de las instalaciones, estos microorganismos procederían del agua del manantial del que se surte el balneario y en ese caso por mucho que se limpien las instalaciones siempre habrá bacterias que posiblemente se confundan con la legionela.
Lo curioso del caso es que este balneario con seis siglos funcionando, al parecer, haya contagiado a nadie, excepto a un anciano en 2002 supuestamente y no creíble. Por otro lado, si fuera cierto, que lo dudo, que las aguas del manantial tuviera legionela, a ver quién es el guapo que hiperclora el interior del manantial para eliminar la legionela.
Téngase en cuenta que los brotes de legionela, o eso dicen las autoridades sanitarias, tienen lugar donde existen estaciones depuradoras que reciben el agua de embalses y ríos saturados de bacterias de todo tipo y otros microorganismos, además de muy diversos productos químicos, fitosanitarios, que arrastran las lluvias desde las tierras de labor, por lo que si las estaciones o plantas depuradoras de las ciudades no eliminan total y completamente todos los elementos nocivos para la salud humana, el agua de la red pública, la que beben los ciudadanos, estará contaminada.
En ese caso las autoridades políticas y sanitarias tendrían que responsabilizarse ante la ciudadanía, algo que no contempla el Real Decreto 909/2001. Esperemos que el próximo decreto responsabilice a los políticos y sanitarios que no hayan velado por la salud de la ciudadanía.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 19 de septiembre de 2002