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Volar bajo

Adscrita a un filón genérico de las aventuras militares, los filmes sobre academias de formación, con amplio cultivo en todas las cinematografías desarrolladas, y segunda película de un veterano, y competente, ayudante de dirección, Carlos Gil, Alas rotas es un plúmbeo, más bien penoso, decididamente olvidable dramón seudopsicológico que pretende conmover, pero que logra exactamente lo contrario: la carcajada involuntaria.

Varios son los factores que ayudan a ello: uno, el protagonista menos probable para un filme así (el italiano Fabio Fulco: es un enigma el porqué de su selección); dos, el patético quiero y no puedo que significa el rodaje de las secuencias aéreas, hechas en vídeo, reiterativas e infumables, que deja literalmente en cueros el intento de dignificar un subgénero sin apenas tradición hispana; tres, y por si lo anterior fuera poco, un guión sencillamente disparatado, cuyo nudo gordiano, la pasión enfermiza de un enfermo (Fabio Fulco, claro) por volar resulta punto menos que increíble.

ALAS ROTAS

Director: Carlos Gil. Intérpretes: Fabio Fulco, Ana Alvarez, Ramón Langa, Mónica van Campen, Carlos Fuentes, Jesús Cisneros. Género: aventuras dramáticas, España, 2002. Duración: 105 minutos.

Bajo presupuesto

Si se añade a todo esto un presupuesto ínfimo, una galería de actores secundarios que se asemeja a una colección de lugares comunes y un diseño de producción mínimo, se entenderá muy bien que, como dice el director, esta película no tenga nada que ver con Top Gun..., por supuesto.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 20 de septiembre de 2002