Ernest Hemingway era un desconocido fuera del círculo de expatriados estadounidenses en París cuando Scott Fitzgerald lo conoció en aquella ciudad en mayo de 1925. A finales de ese año la editorial Scribner comenzó a publicar la obra de Hemingway por recomendación de Fitzgerald. Tres intereses comunes (la literatura, la masculinidad y el alcohol) asentaron la amistad entre ambos durante las largas estancias de Francis Scott y Zelda en Europa. En 1929 llegó la consagración definitiva de Hemingway con la publicación de Adiós a las armas. Mientras, su amigo se estancaba más y más. Cuando aparece Suave es la noche, en 1934, Fitzgerald considera que su carrera está acabada. Hemingway, sin embargo, está en pleno ascenso.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 20 de septiembre de 2002