Abdalam Sumrine, de 10 años de edad, murió ayer por la mañana en la localidad de El Bireh, un barrio de Ramala, como consecuencia de los disparos de una ametralladora pesada de un tanque israelí. Los proyectiles se incrustaron en el pecho del niño, cuando este se dirigía a una tienda, cercana de su casa, a efectuar unas compras por encargo de su madre. La policía palestina, aseguró que en el momento de los disparos no había ningún enfrentamiento en las calles. Portavoces del Ejército israelí se negaron a confirmar o a desmentir la información, alegando que estaban investigando el incidente.
Los disparos contra Sumrine suponen, en opinión de algunos habitantes de Ramala, una firme advertencia al resto de la población, que en los últimos días habían osado a quebrantar el toque de queda impuesto sobre la ciudad, atreviéndose a salir a la calle, incluso de manera ostentosa. La actitud rebelde de los palestinos contra el toque de queda, que de manera intermitente vienen sufriendo desde el pasado mes de abril, se ha hecho patente en muchas otras ciudades de Cisjordania, especialmente en el norte, en Nablus, donde hace tres días, más de 200 vecinos irrumpieron a pecho descubierto en la calle, desoyendo las ordenes de los soldados que les mandaban volver a entrar en sus casas.
El ministro de las colectividades locales palestinas y coordinador de las negociaciones de paz, Saeb Erekat, recalcaba ayer que durante las seis semanas que ha durado la tregua de los radicales, las tropas israelíes no han cesado de matar ni un solo día.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 20 de septiembre de 2002