Con una amabilidad infrecuente, el joven Alberto Pezzoti y su familia atienden este pequeño local que no pasa inadvertido para la nutrida clientela que a diario lo abarrota. Al mediodía, desde las 13.30, resulta difícil conseguir mesa. Por las noches tampoco la concurrencia cede. Su secreto reside en la calidad de sus pizzas y platos de pasta, que, sin salirse del recetario clásico italiano, alcanzan un nivel medio más que aceptable.
Veintiuna pizzas con distintas coberturas componen su relación de especialidades. A algunas muy clásicas, como la margherita (tomate y queso), la napolitana (tomate, queso, anchoas) o la de prosciutto e funghi (tomate, queso, champiñones y jamón), se suman otras más originales, como la pizza agli scampi, con gambas y ajo. Y por supuesto, el calzone relleno, que alberga muchas cosas y conviene compartirlo.
Aunque las pizzas de La Nonna son su punto fuerte, no se quedan atrás las pastas, que presumen de hacerlas en casa. Son sabrosos los espaguetis con almejas, demasiado toscos los canelones al horno, agradables los ravioles y magníficas las berenjenas a la parmesana.
Para empezar, se puede abrir boca con el vitello tonato (rosbif de ternera con mayonesa de atún) y, sobre todo, con la lengua salmistrata, carne fiambre exquisita.
Los postres no dan la talla de la misma manera, pero se salvan el tiramisú y la panna cotta (flan de nata). Tampoco la bodega, compuesta por pocos vinos italianos y españoles, permite grandes florituras. Es muy recomendable el pan de pizza aromatizado con aceite de oliva.
La Nonna. Profesor Waksman, 8. Teléfono 914 575 627. Precio: entre 20 y 25 euros. Cierra domingos noche.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 20 de septiembre de 2002