Manuela Martínez afirmó ayer que 'no existen estudios concretos sobre el papel que la escuela desempeña en la detección de situaciones de violencia física y/o psíquica en la familia a través de determinadas pautas de comportamiento de los niños y niñas'. Sin embargo, Martínez adelantó que 'sería interesante pasar una encuesta entre los niños y niñas'. Asimismo, explicó que 'de todos modos sí puede decirse con toda claridad que no están aprovechados los recursos que el ámbito escolar tiene para advertir situaciones de riesgo en relación con la violencia de género'.
En la conferencia que el lunes se inaugura, sí habrá oportunidad de conocer cómo incide en los hijos ser testigos de la violencia contra sus madres -que según Martínez lo son en el 100% de los casos-. En el adelanto de algunas de las conclusiones que se pondrán en común, Martínez afirmó que 'está comprobado que los menores que presencian la violencia o la sufren sobre ellos mismos padecen cambios a nivel cerebral, alteraciones químicas que afectan de manera determinante en su desarrollo'. La especialista consideró que ya existen datos que harían oportuna una investigación no sólo de cómo reaccionan los menores sino de cómo se pueden activar mecanismos de alerta desde su medio.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 21 de septiembre de 2002