Y Kluivert se dio la vuelta

A efectos de resultado, el derby insistió en una cosa ya sabida desde hace más o menos veinte años, como es que el Barcelona, bien o mal, le gana siempre al Espanyol en el Camp Nou. La contienda, muy bien resuelta ayer por los azulgrana, dejó sin embargo un par de noticias interesantes por bando. Los azulgrana recuperaron anímicamente a Riquelme y Lo Pelat se rehabilitó con los blanquiazules.

El derby fue periquito al principio, hasta que reventó Iván de la Peña, y después, con el descanso de por medio, pasó a pertenecer a los culés por la irrupción de Riquelme, cuya salida a escena resultó determinante, no por lo que hizo, sino por lo que desencadenó: quedó parada una alineación más guapa y atrevida, respetuosa con la naturalidad de cada futbolista, avalada por dos goles tan bellos como las jugadas que los parieron.

La rueda de cambios dejó fuera del encuentro al Espanyol, que había anulado tácticamente al Barcelona. Espantado porque el equipo no respondía a ningún estímulo, Juande Ramos apeló ayer a Lo Pelat, un futbolista singular.

La buena organización le permitió al Espanyol ganar dinamismo y confianza con el discurrir del partido mientras el Barcelona no atinaba a sacudirse al rival de encima y pensar en empresas mayores. Obligados a jugar al pie, faltos de velocidad, los azulgrana no lograban abrir el partido, cosa extraña en lo que va de curso. Visto el empacho táctico, Van Gaal se encomendó a Riquelme El técnico llamaba a la desobediencia después que el cumplimiento de las consignas hubiera llevado al equipo a la neutralidad más absoluta.

La entrada en escena de Riquelme por Motta obligó a cambiar el dibujo del Barcelona, que pasó a jugar con un enganche, y dejó el partido mucho más abierto, con opciones para los dos equipos.

El gol cayó del bando azulgrana, más que nada porque tiene a futbolistas más desequilibrantes que el plantel blanquiazul y también porque por una vez fue fiel al manual del fútbol que dice que para ganarse posiciones de remate conviene trabajarse las bandas: Navarro recuperó una pelota y la tocó para Xavi, el medio centro profundizó para la carrera de Luis Enrique y el asturiano, habilitado como extremo izquierdo, corrió la banda hasta centrar al segundo palo, por donde apareció Kluivert, y el ariete, ya cansado de jugar de espaldas, se dio la vuelta y cabeceó a la red en plancha, de forma majestuosa, como un delantero centro de los de antes, tal que fuera Evaristo, feliz por firmar su primer gol del curso, un tanto que sólo está al alcance de los mejores. En cuanto cada futbolista interpretó las exigencias que demandaba el puesto que ocupaba, el Barcelona armó una jugada tan preciosa que bien le valió el gol.

El tanto desorientó al Espanyol, obligado entonces a un sobreesfuerzo, superior ya a las fuerzas de Lo Pelat, que tuvo que plegar velas. Juande ya no pudo ni supo plantear un nuevo partido, pese a remover la alineación, y Luis Enrique certificó la derrota blanquiazul con un segundo gol que hizo muy felices a los azulgrana, porque su ejecución fue tan bonita como la del primer gol: de nuevo alcanzó el Barça la banda izquierda, con Navarro como extremo, y su centro lo cabeceó el asturiano a la red.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 22 de septiembre de 2002