La derrota de ayer ante el Modena (1-2) hunde al Roma en una crisis que sacude todos sus cimientos. Dos años después de ganar el scudetto el equipo ha perdido el rumbo. Lleva tres derrotas en una semana -incluyendo el 3-0 ante el Madrid en Liga de Campeones- y sus futbolistas parecen poco convencidos de lo que hacen en el campo. Las dudas se extienden en un clima de desconcierto que alcanza al presidente, Francesco Sensi.
Viejo y enfermo, Sensi vive bajo la presión de sus familiares, que le piden que venda el club. De momento, no aparecen compradores y los hinchas se han manifestado toda la semana. El empleado más firme, a quien nadie cuestiona todavía, parece el entrenador, Fabio Capello, que culpó al árbitro otra vez: "El penalti que nos pitó en contra y la expulsión de Panucci han marcado todo". Tras el choque, un grupo hinchas, en señal de desprecio, bajaron al vestuario a devolver las camisetas que les habían arrojado Totti, Cassano y Sartor.
Ayer, Capello pudo contar con Totti y Batistuta. En el banquillo se quedó Guardiola, un jugador apreciado por Sensi que de momento no entra en los planes de Capello. El técnico se decantó por Lima y Emerson tras unas declaraciones de Pep interpretadas como agresivas por la prensa italiana. El jugador español dijo: "No ganamos porque no jugamos bien, no queremos tener el balón".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 23 de septiembre de 2002