Soy una sevillana que diariamente utiliza el autobús para ir a trabajar al centro y que me he visto, al igual que muchas otras, entre ellas personas mayores, gravemente perjudicada por el traslado de las paradas desde la plaza de la Encarnación hasta la plaza de Santa Catalina. Antes de dicho traslado tenía que andar un poco pero ahora la distancia se ha convertido en el doble.
No habría problema si este cambio fuera sólo provisional, pero me temo que esto no va a ser así. Esto, me temo, va a significar que las personas que tengan coche y puedan permitirse el lujo de pagar un aparcamiento privado son las que tendrán más fácil el acceso al centro.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 26 de septiembre de 2002