Los políticos nacionalistas nos han presentado a los catalanes siempre el autogobierno como una pócima maravillosa que todo lo arregla. Conforme van pasando los años y se van transfiriendo competencias, yo -como catalán de a pie- no percibo la efectividad de esa fórmula maravillosa. Los Mossos d'Esquadra no llegan, ni de lejos, al nivel de la Guardia Civil; las fugas de las prisiones son más frecuentes que nunca; la sanidad no funciona...
Comienzo a sospechar que mientras que para el ciudadano corriente nada ha mejorado, para Convergència i Unió y sus cargos públicos el autogobierno ha supuesto un gran avance. El avance de su poder, claro. Para colmo, mientras CiU exige que se transfieran más y más competencias desde el Estado a la Generalitat, por el contrario esta fuerza política considera que la Generalitat no debe ceder competencias a los ayuntamientos, porque tal cesión 'no tiene sentido (sic)'. O sea que descentralización sí, pero hasta llegar a la Generalitat. De ahí para abajo, nada de nada. A algunos se les ve demasiado el plumero.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 26 de septiembre de 2002