Míchel Salgado se abraza con Celades tras marcar su gol. / MIGUEL GENER
Tormenta de goles en Chamartín
No jugó Ronaldo y los demás tardaron en hacerlo. Pero hasta en sus días más tirados, el Madrid encuentra un par de minutos para desarmar a cualquiera. No digamos al Genk, un equipo sin cualidades apreciables. Aguantó en la medida en que se lo permitió el Madrid, que apareció con desgana, convencido de la abismal distancia que le separa del Genk. Al borde del descanso, apretó un poco y a los belgas les dio un ataque de nervios.