Río de Janeiro pasó ayer momentos de incertidumbre, al derrumbarse de golpe un edificio de seis plantas en pleno centro histórico, que contenía el hotel Rosario y un restaurante. Dado el clima tenso de la campaña electoral en curso y al no haber noticias en un primer momento de la causa del derrumbamiento, empezaron a barajarse todas las hipótesis. Pero enseguida el alcalde de la ciudad, César Maia, tranquilizó a la población al explicar que la teoría más plausible era que el edificio había cedido por causa de las obras que se estaban realizando, al parecer sin permiso, en la planta baja que albergaba el restaurante o también por las lluvias torrenciales caídas el día anterior en la ciudad.
El edificio, situado en la calle 1º de Marzo en la zona de Plaza 15, se derrumbó a las 15.15, hora carioca, creando una enorme polvareda y dañando alguno de los edificios cercanos. Pero ya por la mañana alguien había advertido al hotel de que se oían ruidos extraños en las obras que se realizaban en el restaurante, lo que pudo haber evitado víctimas mortales, aunque a la hora de cerrar esta edición no se descarta la posiblidad de que bajo los escombros hubiese supervivientes.
La zona quedó interrumpida al tráfico y cientos de bomberos comenzaron enseguida a retirar los escombros con las excavadoras, cosa que fue criticada por el ingeniero Moacy Duarte, de la Universidad Federal de Río, quien hizo una llamada desde la televisión para que antes de retirar las escombros se usasen todos los instrumentos sensores para descubrir si había personas sepultadas. Eso hizo parar inmediatamente las excavadoras y hasta se impidió volar sobre la zona a los helicópteros, para evitar ruidos y permitir escuchar las voces de posibles supervivientes. El edificio era antiguo pero nunca había dado señales de preocupación. Según los especialistas, las obras que estaban siendo realizadas en el restaurante de los bajos del edificio pudieron haber dañado gravemente la estructura del mismo que se deshizo como un azucarillo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 26 de septiembre de 2002