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COLUMNA

Persecuciones

Este es el término que ha empleado el Defensor del Pueblo Andaluz para referirse al comportamiento de algunos miembros de las fuerzas del orden sobre colectivos de marroquíes y ecuatorianos en los pueblos de El Ejido y Campohermoso, de Almería. Estas manifestaciones, de ser ciertos los hechos que han dado lugar a ellas, ponen de relieve que los actos de racismo no son algo exclusivo de las cabezas rapadas y que, dentro de las fuerzas del orden, empiezan a aparecer comportamientos xenófobos. Una actuación que refleja una deshumanización y un desprecio que se califican solos. No hay más que pensar que a la indefensión del inmigrante en una sociedad que se sirve de ellos se añade el hecho de que algunos, de los que tienen la obligación de garantizar sus escasos derechos, se cagan en ellos.

No creo que estas actuaciones sean, a pretexto de la inseguridad ciudadana, lo que el presidente de Gobierno llamó en el Parlamento, para justificar el endurecimiento de las penas, 'impunidad cero'. Más bien comportamientos de esta naturaleza, y su extensión, derivan de la creencia, interesadamente extendida por políticas tapadas de extrema derecha, que inmigración es igual a delincuencia. De esta forma cualquier acto que, para ciudadanos no inmigrantes, podría ser constitutivo de delito, puede cometerse con la máxima impunidad si se ejecuta sobre inmigrantes, sean negros, blancos o amarillos. Existe un plus de permisividad, de tolerancia y de silencio, a cambio de seguridad. Tal vez en Andalucía se pueda demostrar que no es así. El nuevo delegado de Gobierno tiene la oportunidad de conocer lo que sucede dentro de las fuerzas públicas y actuar si los hechos son como los que se han denunciado. La Fiscalía, también.

Silenciar estas actuaciones puede dar lugar en la sociedad, y más ahora que nuevos policías van a ocuparse de nuestra tranquilidad, a que entren miembros que desconozcan lo que es el estado de derecho al que están obligados a servir, y suceda como en el chiste. La de aquel que se estaba examinando para ingresar en la policía y le preguntan: '¿Sabe usted cuáles son los derechos fundamentales de los inmigrantes?'. Respondió: 'Mire, alcalde, yo los iba a estudiar pero he oído, y de buena tinta, que los van a quitar'.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 28 de septiembre de 2002