La parte con más historia de la ciudad también fue una de las primeras en rehabilitarse al calor de la modernidad. De hecho, es curioso que, en el cuadro que forman la Rambla por la izquierda, la plaza de Catalunya y la calle de Fontanella por arriba, Via Laietana por la derecha y el paseo de Colón por abajo, se encuentren mundos tan y tan diferentes. Junto a una de las zonas más comerciales de la ciudad, poblada por tiendas de todas las grandes cadenas de ropa (Zara, H&M, Benetton...) y hasta dos centros de El Corte Inglés, viven pequeños comercios independientes y muy modernos que se ubican básicamente en la parte baja del barrio, sobre todo en la calle de Avinyó, aunque también en las colindantes a las concurridísimas calles de Portaferrissa y Porta de l'Àngel. El comercio masivo convive con las delicias sibaritas, pero también con las antigüedades y la artesanía. En la calle de Banys Nous, que desemboca en la plaza de la Catedral, se ubican multitud de tiendas de joyas y muebles antiguos, así como mimbreros. Tradición y modernidad en un barrio que nació con los romanos, fue profundamente modificado durante la Edad Media y que hoy es uno de los más visitados de la ciudad.
Vida nocturna
Precisamente por esa gran afluencia, también es aquí donde se concentran buena parte de las opciones de ocio. En el barrio Gótico abundan los cafés, los bares, los restaurantes y los locales de copas. En cuanto a los primeros, son famosos los de la calle Petritxol, donde se amontonan los locales que ofrecen el mejor chocolate con churros y la más suculenta repostería. En cuanto a los restaurantes y locales nocturnos, algunos puntos clave son la plaza Reial, cerca de la Rambla, y las calles y plazas que la rodean, como Escudellers, Avinyó, la plaza de George Orwell o Nou de Zurbano. Es un ambiente variopinto y mestizo, antes bastante peligroso y aún no excesivamente seguro para los turistas, pero de los más frecuentados. Más tranquilos resultan los cafés y terrazas de la plaza del Pi, y también los locales de las calles más cercanas al Passeig Colón, como Ample o Josep Anselm Clavé. El barrio ofrece una actividad tan frenética de día como de noche.
Galerías y museos
Pero, pese al fervor por las compras y las salidas nocturnas del barrio, ésta no deja de ser una zona plagada de monumentos, museos, galerías de arte y palacios. Fundamental, por supuesto, la catedral y el claustro, pero también los restos de la muralla romana, el Palau Reial y la Capella de Santa Àgata, y la Plaça Sant Jaume, en la que se encaran el Ayuntamiento y la Generalitat. En lo referente a museos, el de Història de la Ciutat (plaza del Rei, 1), situado en una de los rincones más bucólicos, es visitado por unas 200.000 personas al año, y ofrece una visión retrospectiva de los momentos clave, urbanísticos, económicos y sociales de la formación de Barcelona.
Más folclórico, aunque también muy popular, el Museo de Cera (Passatge de la Banca, 7). En cuanto a las galerías, muchas se concentran en la calle Petritxol, donde destaca la Sala Parés, alternándose con las chocolaterías. Para no perder la mezcla.
Plazas escondidas
Un último apunte interesante de la zona son sus plazas escondidas. Algunas se ocultan tras los edificios más significativos y constituyen pequeños oasis en los que escapar de las aglomeraciones. Especialmente, la de Sant Felip Neri, que ocupa el espacio del antiguo cementerio medieval y en la que destaca la iglesia del mismo nombre, construida entre 1748 y 1752. Y es que, aunque el barrio pueda parecer a veces completamente explotado, aún hay mucho por descubrir en él.
COMPRAS Y COPAS
GUÍA PRÁCTICA
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 28 de septiembre de 2002