¡Qué tiempos estos en que tiene que ser una gran actriz norteamericana, Jessica Lange, la que manifieste, sin disimulo, su odio a la actual Administración de EE UU, su oposición rotunda a la política internacional y nacional de Bush, y señale, claro en el aire, que la pretensión estadounidense en Irak no es sólo inconstitucional e ilegal, sino inmoral!
Si en un alarde de imaginación desbocada y casi inconcebible, uno se imagina a un ciudadano de tierras hispánicas que por ventura sostuviera tesis similares puede uno conjeturar sin riesgo que no sólo se pensaría de él que es un paleomarxista trasnochado, aburrido y preposmoderno, sino que tal vez fuera un muerto resucitado del pleistoceno inferior.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 29 de septiembre de 2002