Una quincena de guardias civiles de Santa Pola, que fueron realojados en pisos de la población tras el atentado de ETA, viven inquietos. Los agentes no han podido firmar los contratos para alquilar las casas que ocupan, y que fueron cedidas por vecinos, lo que entraña cierto malestar entre los propietarios. Los agentes también se extrañaron de que el Ayuntamiento les obligara a alquilar los pisos a través de unas determinadas agencias inmobiliarias, lo que les hace pensar en el cobro de comisiones que encarecerían los precios.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 30 de septiembre de 2002