Referente a la ley del botellón, a mí me es igual que beban o que no; todos los que beben ya tienen uso de razón para saber lo que hacen; como los consejos de los mayores no les sirven de nada, ya se convencerán ellos cuando no tenga remedio, y verán que los consejos eran muy acertados.
Como he dicho, la ley del botellón me da igual que la cumplan o que no; ahora, en lo que no estoy de acuerdo es en la falta de civismo y de respeto de estos señores.
¿No pueden beber hasta caerse en silencio? ¿No pueden recoger la basura que generan y depositarla en contenedores? ¿No pueden abstenerse de escandalizar toda la noche sin dejar descansar a nadie? ¿No se dan cuenta de que hay niños, ancianos y adultos que tienen que trabajar al otro día, o simplemente descansar? ¿No saben que las necesidades han de hacerse en los lugares correspondientes, y si no los hay, irse a un bar de los que a muchos les suministran las bebidas? ¿No tienen familiares que les molesten otros como ellos? ¿No se dan cuenta que el día de mañana y cercano van a estar ellos en su casa, querrán descansar sin que nadie les moleste y tengan que aguantar a sus sucesores?
Después del peligro que genera para ellos el regresar en coche, los destrozos que causan en las ciudades y el desamor que generan en todos, les quedarán las señales del insomnio, la adicción al tabaco y al alcohol y otras, pero eso ya no es problema para el pueblo, es el problema que ellos se están labrando.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 1 de octubre de 2002