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Crítica:SIMON BOCCANEGRA | ÓPERA

Pasiones contenidas

En la apertura de temporada, el Real ha jugado sobre seguro: una ópera de Verdi no excesivamente frecuentada en España, que posee, además, una extraña belleza crepuscular. Ópera de voces bajas y con una gran fuerza dramática. La representación de ayer mantuvo cotas de corrección sin llegar a alcanzar la brillantez. Pasó por momentos apagados y, sin embargo, dejó destellos de categoría. La ópera es así, y no hay que darle más vueltas. En la primera parte (prólogo y primer acto) no acabó de despegar. Las voces se manifestaban distantes y las pasiones verdianas se quedaban un tanto atenuadas, como en el frigorífico. La rigidez dominó la escena entre Simon y su hija Amelia, e incluso pasó bastante desapercibido dramáticamente el célebre cuadro Plebe. Patrizi. Popolo. La propia concepción escénica del espectáculo, con simetrías y movimientos a la antigua usanza, tampoco ayudaba a superar la sensación de frialdad. Y hasta la Sinfónica de Madrid, que empezó magníficamente, se contagió del tono de atonía, sin que Gabriele Ferro consiguiese imponer ese fuego que Verdi pide a gritos.

Dice el refranero que "nunca segundas partes fueron buenas". Afortunadamente no se cumplió ayer. Tal vez los cantantes superaron la tensión del estreno en el descanso. Lo cierto es que el segundo acto comenzó a coger temperatura. El pistoletazo de salida fue gracias al tenor Marco Verti, levantando la primera ovación de la noche, y acto seguido se contagiaron Elisabete Matos (estupenda cuando se liberó de su propio encorsetamiento) y hasta Alexandru Agache sacó una vena expresiva y serena, que hasta entonces se había manifestado con cuentagotas. Así, el trío entre ellos fue magnífico, y la orquesta lo subrayó con un énfasis y una atmósfera verdiana que rozaban lo admirable.

El Real estrenaba una nueva producción de Giancarlo del Mónaco. Convencional a ultranza, podía ser de hace 30 años. En cualquier caso, fue muy ordenada en el tratamiento de los espacios y permitió que la historia se entendiese sin complicaciones.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 2 de octubre de 2002