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Sadam juega una de sus últimas cartas en el acuerdo de Viena

Las dos jornadas de negociaciones en Viena sirvieron, al menos, para ultimar asuntos técnicos. Por primera vez Irak dejó a un lado sus pretextos políticos y se concentró en los aspectos prácticos de la misión internacional, aceptando los derechos de inspección previstos en todas las resoluciones relevantes del Consejo de Seguridad, vigentes desde 1991. Se modificaron algunos detalles, como la autorización a los inspectores de utilizar por primera vez el aeropuerto de la capital, Sadam International Airport.

Por otro lado, Irak garantizó la seguridad de los expertos internacionales, pero no en las zonas de exclusión aérea. Los discos de ordenador con informaciones sobre la más reciente evolución en el campo armamentístico iraquí servirían, según Blix, para "saber qué ha cambiado en cada uno de los lugares y para decidir qué objetos vamos a inspeccionar". El jefe de la comisión de inspectores recordó que en la anterior fase de inspecciones, suspendida en 1998, "los inspectores pudieron destruir todo el armamento de destrucción masiva detectado, pero fue un trabajo de corto plazo, que fracasó por falta de confianza mutua" y por eso ahora "muchos gobiernos" deseaban proseguir las inspecciones.

El director general de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA), Mohamed el Baradei, dijo que la diferencia entre esta fase de inspecciones y la anterior radicaba en que ahora Irak prometía garantizar una cooperación y un respeto total, de forma que "podremos hacer uso pleno de todos nuestros derechos de inspección, según las resoluciones del Consejo de Seguridad. Naturalmente, esto lo tendremos todavía que poner a prueba cuando estemos en territorio iraquí".

El cambio de actitud de Irak era obvio, según los comentarios de Blix. Con el acuerdo de Viena, Irak parecía haber jugado una de sus últimas cartas para restar legitimidad internacional a una posible intervención militar. El rechazo estadounidense, sin embargo, colocó las cosas como estaban antes de que Hans Blix y la delegación iraquí empezaran a negociar.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 2 de octubre de 2002