Soy un frecuente viajero que utiliza el AVE. Es sorprendente la rapidez de este moderno medio de transporte y no me cansaré de alabarlo. Cuando uno va en el AVE se cree eso de estar inmerso en el futuro y el siglo XXI, pero cuando llegas a Sevilla y ves que no hay taxis ni manera de avisarlos, la euforia se desvanece y regresas al siglo pasado. ¿No hay manera de solucionar este asunto?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 5 de octubre de 2002