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OPINIÓN DEL LECTOR

Que no me riñan

Harto, como catalanohablante, de que el señor Pujol me riña -hoy por no defender con más énfasis el uso social del catalán-, le recordaré que hice lo posible por colaborar con el Institut Ramon Llull y que no hubo manera, con lo que mi ilusión y mi autoestima están por los suelos. Y añadiré que el vaso lo llenó su discurso último en el Parlament: 'El modelo de combinar identidad y proyecto, convivencia y progreso, es el bueno', dijo él. 'Nos avanzamos mucho a Anthony Giddens cuando reclama un nuevo patriotismo, que se origina en la capacidad de un país para hacer que su gente se pueda sentir feliz (...). Todo el mundo puede, si quiere, participar de esta satisfacción colectiva'.

Señor Pujol, mis abuelos, mis padres, mi mujer y yo mismo fuimos, somos y seremos honrados trabajadores, y así fuimos, somos y seremos pobres, pero es que otros muchos catalanes están aún peor. ¿Progreso para quién, señor Pujol? ¿Felices cómo, señor Pujol? -

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 6 de octubre de 2002