Fue en las fiestas del barrio Fígares, una cálida noche de septiembre. Pepi, Luci, Bom y otras chicas de Tocón, después de ver con entusiasmo a las sobrinas de Mariló bailar por fandangos y bulerías, esperan pacientemente su turno para comprar los tickets de la consumición: Dos cervezas y dos vinos con casera (blanca, por favor) y cuatro bocadillos de lomo. Mientras, en el escenario montado en el Violón, alguien lee el pregón....'Enhorabuena y ¡felices fiestas!'
Fin de la alocución; aplausos y todos juntos al botellón. Larga mesa preparada para la ocasión: Platos de queso, lomo y jamón. Y para evitar la tentación, pues toda esta comida está reservada, vallas de separación. Sólo les faltó poner un letrero que dijera: ¡Verás, pero no tocarás! Y fue aun más humillante que algún camarero pretendiera que ni se acercaran a pedir a la barra que estaba cerca de los privilegiados y que de lomo nada, que había poco y era para los escogidos: Un, dos, tres... cuatro concejales tripartitos, niñas que antes bailaban y ahora comen, familiares de niñas bailadoras, presidentes y representantes de asociaciones de vecinos, cámaras de televisión, señoritas y señoritingos, y, ¡hasta un bibliotecario! Todos bebiendo, vino-cerveza, cerveza-vino y comiendo ¡a dos carrillos! ¡Qué imagen más rancia y provinciana! Sólo faltaba el alcalde y el cura, que yo no vi. Como tampoco vi al famoso caballo de tres patas sobre tres bolas que estos tripartitos pretenden poner encima del Ayuntamiento para conmemorar no se qué (¡menuda sandez!).
¡Vaya espectáculo! ¡Qué desfachatez! ¡Que les quiten todas las subvenciones habidas y por haber!
Ocurrió en las fiestas de mi barrio, pero como el juego que dice: De oca a oca y tiro porque me toca, mañana tocará beber y comer, a dos carrillos, en otro barrio de esta ciudad, Granada.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 7 de octubre de 2002