Ayer fue el primer día que renuncié a ver una casa para poder comprarla e independizarme.
Llevo ya cerca de dos meses viendo casas que están prácticamente en ruinas o no superan los 30 metros cuadrados. A pesar de que tengo un contrato fijo y una nómina aceptable, no tengo posibilidad de aval, ya que mis padres avalaron a mis otros dos hermanos. Así que lo único que me queda es ahorrar los casi cuatro millones de las antiguas pesetas que necesito para que una inmobiliaria me mire a la cara (el banco, ni lo intento).
¿Qué es lo que falla?, ¿mi formación de licenciada y los cuatro idiomas que hablo?, ¿mi sueldo?, ¿el precio?
No se quién debe controlar esto. No sé si tiene que ver que algunos políticos madrileños tengan en la construcción sus principales ingresos, pero lo que si sé es que voy a volver a casita con mi mamá y además me van a llamar generacion X.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 8 de octubre de 2002