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Reportaje:Signos

A la sombra de Federico

Isabel García Lorca da testimonio en sus memorias de su familia, su generación y Granada

Granada
Un título más bien prosaico, Recuerdos míos, guarda uno de los libros de memorias más esperados. Isabel García Lorca, la hermana menor de Federico, accedió a romper su silencio al final de su vida. El suyo no es un relato lineal, sino un volumen en que los recuerdos están entreverados de reflexiones y semblanzas biográficas.

En 1981, tras la muerte de Laura de los Ríos, su cuñada pero sobre todo su amiga íntima, abrumada por la soledad y por las ausencias, Isabel García Lorca (Granada, 1909-Madrid, 2002), la hermana menor y la única superviviente, rompió su silencio y comenzó a escribir sus memorias. No fue una empresa fácil. Las dudas frenaron durante muchas temporadas el relato de unos recuerdos que convivían con amplios paréntesis de olvido.

Isabel, sin embargo, logró culminar poco antes de su muerte, ocurrida en Madrid el pasado 9 de enero, el libro de su vida. Recuerdos míos que, tras ganar el premio Comillas, saldrá a la venta el 23 de octubre en la editorial Tusquets, constituye un valiosísimo testimonio no sólo de los personajes de su familia y de su generación sino también de su tormentosa relación con Granada, marcada por el asesinato de su hermano, la guerra civil y, muchos años después, por el choque con unos de los primeros Ayuntamientos democráticos y la destrucción del entorno de la Huerta de San Vicente, en el que sobrevivían pequeñas casas de campo, para construir la carretera de circunvalación.

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Isabel vivió en Granada hasta que, hacia 1934, se marchó a Madrid a iniciar los estudios universitarios. Trece años separaban su edad de la de Federico. Entre ambos y el otro hermano, Francisco, surgió una estrecha complicidad, hasta el punto de que las lecturas y la música que leyó y escuchó Isabel en sus años de formación siempre le fueron sugeridas por ellos.

Ya en Madrid menudearon las visitas a Granada, en ocasiones con amigas íntimas, como Soledad Ortega. La Huerta de San Vicente fue escenario de algunas verbenas. Pero fue tras el asesinato de Federico y el estallido de la guerra cuando la relación de Isabel con Granada saltó por los aires. 'A partir de la guerra se produjo una ruptura absoluta. Ya no regresaría hasta los años sesenta pero las estancias fueron muy cortas. La relación estaba rota', recuerda Laura García Lorca, hija de Francisco y Laura de los Ríos, y actual directora de la casa museo de la Huerta de San Vicente.

Isabel fue una persona de carácter retraído, seco en ocasiones. La guerra civil le supuso la separación forzosa de sus padres durante tres o cuatro años. Aquellos años fueron tan duros que se esfumaron de su memoria. 'Solía comentar que aquella larga temporada fue tan terrible que no tenía prácticamente recuerdos. Era un olvido instintivo', precisa su sobrina Laura.

Pero el distanciamiento con Granada persistió después de la restauración democrática, no así con FuenteVaqueros donde la Diputación restauró la casa natal. El Ayuntamiento de la capital no aceptó la operación propuesta para que la huerta, una vez adquirida con fondos públicos, fuera cedida a la fundación a cambio de trasladar a Granada el archivo del poeta que finalmente acabó en la Residencia de Estudiantes de Madrid.

En los últimos años Isabel volvió a la huerta, pero nunca aceptó que el grupo de casas de campo se convirtiera en un parque junto a una estruendosa autovía.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 9 de octubre de 2002