El hiperrealismo es tan nocivo para un buen espectáculo teatral como la fantasía, que queda reservada 'a los menores de 14 años'. No hay que utilizar al público para hacer terapia sino catalizar sus neuras. La poesía no es un patrimonio exclusivo de los poetas, también la cultivan pintores, músicos y actores, los cuales se dedican a jugar, que no a trabajar, con el fin de manipular la realidad e interpretarla para el espectador. Estos son algunos de los ingredientes que el director teatral Albert Boadella considera imprescindibles para crear un espectáculo. El fundador de Els Joglars fue el encargado de dictar la lección inaugural del nuevo curso académico del Institut del Teatre, y no tuvo ningún reparo en compartir su receta con los alumnos, sus potenciales competidores.
Boadella, que desde el año 1966 es profesor del centro, ofreció una clase divertida planteada desde su propia historia personal. El director ubica en la primera infancia su gusto por el teatro y la afición a los toros que, de muy pequeño, le contagió su tío. Pero fue su experiencia como monaguillo lo que le despertó en él el sentido de la representación, la noción del ritmo, tan sabiamente manejado por el párroco al que asistía, y el gusto por el exhibicionismo. De su larga experiencia ha hecho 'un decálogo'. Aunque con relación a la validez de los preceptos reconoció: 'Me gusta mucho hacer decálogos y los cambio a menudo'.
Entre el primer mandamiento, -'reconocer a Dios como único creador. Todo existe ya a nuestro alrededor y no podemos crear nada nuevo sino tan sólo desvelarlo, hacer de intérpretes'-, hasta el último -'huir del teatro. Evitar la endogamia'-, algunas recomendaciones tan provocativasa como 'practicar el mal gusto. Huir de lo políticamente correcto y del gusto de la época' y mantener siempre la voluntad de jugar. Para Boadella el teatro es un juego, y por ello sus iniciales referencias a la infancia no eran caprichosas.
Curso conflictivo
La inauguración del nuevo curso académico fue el primer acto público de Josep Montanyès como director gerente del Institut. Montanyès, que ocupa el cargo de forma interina y 'por unos meses' calificó de 'compleja, y en algunos aspectos grave y conflictiva' la situación del centro y reclamó la participación de alumnos, profesores y demás profesionales implicados en su funcionamiento para solucionar los problemas pendientes. La actual es, según el director gerente, una etapa de transición cuya prioridad es la aplicación de los estatutos y el reglamento. Por su parte, se comprometió a impulsar que dicha aplicación se produzca 'de una manera rápida y eficaz'. Próximamente se celebrarán elecciones para escoger al nuevo director de una de las escuelas del Institut, la de arte dramático. La persona que resulte elegida se pondrá al frente de una comisión creada por Montanyès para revisar el plan de estudios actualmente vigente.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 9 de octubre de 2002