Las bolsas europeas rozaron el desastre en esta última jornada en la que, a primeras horas de la mañana, se alcanzaron mínimos anuales.
La repetición de los tipos de interés por parte del BCE era algo esperado por los mercados, pero el posterior mensaje del presidente de ese organismo, Wim Duisenberg, en el que destacó la incertidumbre que pesa sobre la recuperación económica y la imposibilidad de que ésta se acelere en el último trimestre del año. Los inversores no necesitaron más argumentos para seleccionar aun más el ya escaso contenido de sus carteras y las ventas se impusieron en todas las bolsas europeas.
El Ibex 35 llegó a caer el 1,8% y se situaba por debajo de los 5.300 puntos, pero la reacción de Nueva York hizo cambiar las cosas radicalmente.
Al cierre, el Ibex 35 ganó el 1,55% y el índice general de la Bolsa de Madrid el 1,53%, al tiempo que París subía el 3,84%, Londres el 0,93% y Francfort avanzaba el 4,29% poco antes del cierre.
Las diferencias entre el mercado español y el resto de las bolsas de la eurozona se achacaba, a priori, a la evolución de la inflación. El IPC alemán bajó una décima en septiembre y el español puede subir hasta seis, según algunas estimaciones.
Los inversores estadounidenses valoraron positivamente el descenso en las peticiones semanales de subsidio de desempleo, junto con los buenos resultados anunciados por Yahoo, y el miedo del día anterior se transformó en una carrera frenética a la caza de oportunidades. El índice Dow Jones ganaba a media sesión el 2,62%. Los grandes valores españoles fueron, a su vez, objeto de esa caza de gangas que hizo que desde el precio mínimo de la sesión se produjeran recuperaciones de más del 10%, como la de Unión Fenosa.
El Mercado Continuo negoció 1.649,29 millones de euros, con escasa actividad institucional.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 11 de octubre de 2002