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Un pacto sobre arenas movedizas

El Pacto de Estabilidad, uno de los pilares del euro y el instrumento para conseguir el equilibrio presupuestario en la UEM, se ha convertido en centro de la polémica en la economía europea. La negativa de París a rebajar su déficit público en el año 2003 y mantenerlo en el 2,6% del PIB ha sido la última evidencia de que el objetivo de déficit cero -en principio previsto para 2004 y retrasado después para 2006- empieza a cuestionarse.

Para algunos analistas, la meta se marcó pensando en una economía más vigorosa que la que hoy tiene Europa. Retrasar la llegada y mantener un cierto déficit que incentivase el crecimiento no pondría en peligro la estabilidad, un concepto más amplio que el de equilibrio. En este sentido, sería un error pensar en el pacto como un corsé que constriñera indebidamente la actividad en la eurozona.

Otros alertan con más vehemencia de los peligros de relajar los compromisos adoptados en el pacto, diseñado para garantizar un escenario macroeconómico que favoreciera, precisamente, el crecimiento y fuera compatible con el aumento de las dotaciones necesarias en infraestructuras y capital humano y tecnológico.

En este número, expertos como Jordi Sevilla, Rodrigo Buenaventura, José Luis Feito y David Taguas aportan su visión al debate, aderezado en España por el empeño del Gobierno del PP de imponer el déficit cero también a las comunidades autónomas.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 13 de octubre de 2002

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