Con ruego de publicación, siquiera sea para mitigar mi complejo de impotencia y consiguiente recurso al pataleo, le explico el siguiente 'bombón helado' con el que nos obsequia TV.
El domingo 6 de octubre, hacia las 19.00, buscando algo digno de verse, inopinadamente tropiezo en La 2 con un concierto (ya es raro este gesto de cultura en nuestra TV). Así que tomo el periódico para informarme y tropiezo con un tan escueto como cuitado alarde ahorrativo de palabras
Que dice mismamente así: 'Concierto Carmina Burana'. O sea, como lo oye. Ni una escueta entradilla cual conceden, eso sí, a Ronaldo, al Betis-Sevilla y Gran Hermano. Pero el concierto no merece una maldita reseña en plan entradilla. Nada sobre la orquesta, nada sobre el director y los cantantes, ni el lugar ni los coros.
Yo, medianamente melómano, no puedo saber nada del concierto que estoy escuchando. Supongo, además, que para mayor tristeza de los telespectadores, tampoco lo saben los responsables de TV-2, pues, al fin y al cabo, suficientes muestras nos ofrecen a diario.
Supongo que este hecho bochornoso debe formar parte de nuestra ancestral incultura y actual desprecio por los oyentes.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 15 de octubre de 2002