Dublín parecía liderar anoche una histórica victoria del sí en el segundo referéndum convocado en Irlanda para sancionar el Tratado de Niza. El recuento del voto electrónico ofrecía esta madrugada una clamorosa ventaja del sí, con el 66,6% de los votos. Este resultado es ya muy significativo, porque afecta al 9,24% del total de los votos del país, pero está inclinado favor del sí porque se refiere a circunscripciones de la capital del país mucho más propensas a votar a favor del tratado que el resto de Irlanda. La participación fue más alta que en la consulta del año pasado.
Los primeros datos de participación ya auguraban a media de tarde una victoria del sí. El tiempo soleado sobre toda la isla invitó a los irlandeses a acudir a las urnas en cantidades superiores a las de hace un año, aunque bastante moderadas. El incremento de la participación se cifraba en torno al 20%, permitiendo así superar la fatídica barrera del 40% que se fijó el Gobierno para evitar una segunda y definitiva victoria del no. Los resultados definitivos del referéndum no se conocerán hasta media tarde de hoy.
Aunque anoche empezó el recuento de las siete circunscripciones electorales en las que se ha votado con sistemas electrónicos, el recuento manual de las 35 restantes no iba a comenzar hasta las nueve de la mañana de hoy. El Gobierno cree que los resultados definitivos se conocerán entre las cinco y las seis de la tarde de hoy.
Los datos de anoche señalaban que el sí ha arrasado en la capital, con casi el 67% de los votos a favor tras ser escrutado un 27% del censo electoral dublinés. En Dun Laghore, escrutado el 57% de los votos, el sí obtenía más del 73% de las 50.000 papeletas emitidas.
Con los datos de anoche y el aumento de la participación en todo el país la ratificación del Tratado de Niza parece asegurada. Se espanta así el fantasma de una derrota como la ocurrida hace un año, que sorprendió al mundo político irlandés. Prácticamente todo el arco parlamentario apoyaba entonces, como ahora, la ratificación del tratado. Pero los pocos electores que se molestaron en ir a las urnas dieron la razón al Sinn Fein, a los Verdes y a un puñado de grupos de toda naturaleza, desde neutralistas y pacifistas hasta antiabortistas y xenófobos, opuestos a la ratificación del Tratado de Niza.
Aquel no irlandés dejó petrificados y sorprendidos al resto de socios europeos, que no esperaban que el país que más se ha beneficiado de los fondos estructurales y que lleva más de un siglo viviendo de la emigración fuera capaz de cerrar las puertas al tratado que abrirá las puertas de la Unión Europea a los países de Europa del Este.
Desconfianza en el futuro
Aquel resultado fue el fruto de la desconfianza hacia un futuro en el que Irlanda dejará de recibir ayudas para convertirse en un contribuyente neto a la Unión Europea. Pero también el producto de la desidia de un Gobierno y unos partidos políticos que dieron por descontada la victoria del sí y se guardaron su dinero para las elecciones generales que iban a celebrarse meses después.
Tras analizar las causas de la derrota, el Gobierno concluyó que se debía sobre todo a la desinformación de los irlandeses sobre el contenido del tratado y al miedo de que la nueva política europea de defensa acabe haciendo añicos la neutralidad de Irlanda. Los defensores del no aseguran que aquella victoria refleja también el miedo de los irlandeses a perder sus señas de identidad en una Europa que a su juicio estará dominada por los grandes países si el Tratado de Niza entra en vigor.
Un año después, con una declaración de los Quince en defensa de la neutralidad de Irlanda y una campaña de propaganda y de información más incisiva, los partidarios del sí esperan que el referéndum de ayer permita ratificar el Tratado de Niza. Si se confirman las impresiones de anoche, entrará en vigor un nuevo sistema de votos en el Consejo de ministros, una reforma de la Comisión Europea y una extensión de las decisiones que se toman por mayoría cualificada, sin derecho de veto de los Estados que voten en contra. Con esas reformas en marcha los Quince creen que la Unión Europea estará ya en condiciones de aprobar la entrada de 10 nuevos socios, que entraría en vigor el 1 de enero de 2004 si culminan en el plazo previsto las conversaciones en marcha.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 20 de octubre de 2002