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Clásicos de clientes fieles

La figura del negociant o marchante de vinos no es muy conocida en nuestro entorno. Sin embargo, en Francia estos negociant seleccionan vinos en origen para un grupo de clientes fieles, que confían año tras año en el saber hacer de su intermediario. Algo parecido ocurre con esta bodega.

Bodegas Ibaiondo es la panacea del concepto empresarial de bodega: elabora vinos de sus propios viñedos y cosecha tras cosecha sabe que tiene la venta asegurada, ya que cuenta con un mercado único y cautivo: los hoteles de la cadena Aranzazu. Pero esta confortable situación actual, pese a ser la envidia de los demás bodegueros, puede resultar a medio plazo un importante hándicap. Si esos mostos quisieran llegar a otros consumidores, las barreras a superar serían grandes, pues la oferta de vinos clásicos como los que Ibaiondo elabora está al completo.

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Dispone de nueve hectáreas en propiedad plantadas con tempranillo, graciano, mazuelo y garnacha. Con estas variedades se realiza el coupage de sus futuros crianzas, reservas y grandes reservas. El Viña Artagan Crianza es un vino de color rojo picota, de capa media, aromas de tabaco, cuero, regaliz, con un paladar suave, donde las notas de crianza siguen presentes, pero sin mucha persistencia. Un vino agradable y fácil de beber.

El reserva lleva por nombre Soto Artagan; su color rojo rubí deja paso a un vino más evolucionado, limpio en nariz, de media estructura con un paladar de notas especiadas y marcada acidez.

El Gran Reserva Señorío de Artagan, responde a los cánones clásicos de vinos finos riojanos, ideales para la sobremesa.

Son, en resumen, mostos bien elaborados siguiendo la metodología clásica riojana, donde la crianza siempre en barricas de roble americano gana en importancia a la fruta. Vinos que, sin embargo, tienen su público ferviente y como en el caso de Bodegas Ibaiondo, con sus propios canales de distribución, que les aseguran las ventas.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 20 de octubre de 2002