Cierto que sus posibilidades eran mínimas, estando como estaba a 33 puntos del líder, el francés Arnaud Vincent. Pero la carrera que ayer hizo Dani Pedrosa en los 125cc admite de buen grado el calificativo de decepcionante. A nadie se le escapaba que sus aspiraciones al título mundial dependían de unas cuantas carambolas. Demasiadas, quizá. Porque a su imprescindible éxito debía unirse el fracaso estrepitoso de Vincent y algún error de Manuel Poggiali. Pero ni fue estrepitosa la carrera de Vincent, aunque se quedara a un escalón del podio, ni falló el piloto de San Marino, que se hizo con un triunfo que le deja a ocho puntos de Vincent en la clasificación.
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Que conste que nada se le puede echar en cara a un Pedrosa que, en su segundo año como profesional, ha hecho un campeonato formidable, con dos triunfos y ocho apariciones en el podio. Pero en la carrera de ayer se esperaba que El Niño hiciera lo imposible, y algo más, por defender su candidatura, por diminuta que fuera. Y así pareció que ocurriría cuando el español, que partía desde el décimo puesto de la parrilla de salida, arrancó primorosamente. Tanto que tomó la primera curva en la tercera posición. Y en el primer paso por la meta ya era el líder de la carrera.
Anunciaba aquello buenos tiempos para Pedrosa, que, sin embargo, no pudo adquirir la ventaja necesaria, algo complicado en un circuito rapidísimo, plagado de curvas que se toman a velocidad de vértigo. Además, con Pedrosa se escaparon hasta seis corredores. Mucho jaleo había allí, en la cabeza. Vincent y Poggiali se marcaban de cerca y poco les importaban los demás, Pedrosa incluido. En la décima vuelta, cuando el catalán marchaba el primero, comenzó a llover tímidamente. Algunos pilotos levantaron la mano con la pretensión de que se parara la carrera. Caso omiso les hicieron.
Y eso de la lluvia, cuando de Pedrosa se trata, es mal asunto. El chaval, que en Estoril se pegó un tortazo de cuidado en cuanto comenzó a diluviar, se empequeñece cuando caen cuatro gotas. El caso es que, en un instante, bajó hasta la quinta plaza y a partir de ahí no levantó cabeza.
Ajeno a la lucha por el triunfo parcial, y con sus mínimas opciones con vistas al título muertas y enterradas, Pedrosa se limitó a aguantar mientras por delante Poggiali, que se jugaba todas sus opciones, echaba el resto y lograba el triunfo superando al italiano Lucio Cecchinello.
Pablo Nieto, tercero
Tras ellos se colocó, no se sabe bien cómo, Pablo Nieto, que, merced a una actuación tan brillante como inesperada, se subió al podio por segunda vez en su carrera, haciendo menos doloroso el adiós de Pedrosa a un título que él mismo, a sus 17 años, se ha hartado de repetir que jamás tuvo al alcance de la mano. Pero, de haberlo conseguido, de haberse obrado el milagro, el próximo día 3, en casa, en Cheste (Valencia), podría haberse convertido en el campeón más joven que hubieran visto los tiempos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 21 de octubre de 2002