El 20 de octubre de 2000, en el debate parlamentario sobre el estado de la Comunidad en Navarra, se aprueba elaborar un plan para la integración social de la población inmigrante que contiene actuaciones en empleo, vivienda, educación, salud,... Seguro que las personas afectadas se han buscado la vida sin tanta espera; si no, estarían muertas.
.El pasado 9 de octubre, se inició la discusión de las más de cien enmiendas que los grupos políticos han realizado al borrador original. El plan en origen carecía de lo fundamental: presupuesto para llevar adelante las ideas positivas que en él se exponen. En la comisión de Asuntos Sociales de ese día, los mismos partidos que apronbaron el plan se negaron a dotarle de presupuesto, con lo que lo condenaban a muerte antes de nacer.
Qué engaño a todo el conjunto de colectivos que trabajan a favor de los inmigrantes y han aportado ideas a un proyecto que merecía mejor suerte en su discusión.
La inmigración es un fenómeno imparable. Ni océanos, ni leyes represoras, ni el riesgo a perder la vida en el viaje pueden con el deseo de buscar una vida mas digna. La Administración del Estado y los medios de comunicación asocian la inmigración a conceptos socialmente negativos (ilegalidad, delincuencia, inseguridad) en vez de a otros de verdadero valor, como contribución a la mejora de la economía o mejora del índice de natalidad. Los inmigrantes pagan impuestos como todos, nos enriquecen con su diferente cultura y nos cuesta poco su educación: el 92% de los inmigrantes tiene más de 16 años.
Si unimos el contenido egoista al derecho que las personas del mundo, del Norte y del Sur, del Este y del Oeste tenemos a mejorar nuestras condiciones de vida, aceptaríamos este fenómeno con más naturalidad. La Declaración Universal de los Derechos Humanos dice en su artículo 13.1: toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 21 de octubre de 2002