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TERROR EN WASHINGTON

Los inmigrantes ilegales tienen miedo a declarar y ser deportados

La policía sospecha que alguien vio algo el pasado día 9, cuando Dean Meyers fue asesinado por el francotirador en una gasolinera de Virginia. Ese testigo desconocido forma parte de la amplia comunidad de inmigrantes ilegales del área metropolitana de Washington, según rumores captados por la policía local. Pero el testigo no se decide a presentarse ante la policía, después de que los dos inmigrantes detenidos por error el lunes fueran sometidos a un proceso de deportación. Otros inmigrantes con información podrían sentir el mismo miedo. "Que nos llamen sin temor, que no piensen en su problema particular, sino en el bien superior", pidió ayer el jefe Charles Moose, en un llamamiento dirigido a los ilegales.

La precipitada acción policial en una gasolinera de Virginia desde la que había telefoneado el asesino, y la entrega de los dos latinoamericanos a las autoridades de inmigración, resultaron ser errores con consecuencias graves. Moose insistió en que la policía no estaba interesada en "cazar" a extranjeros sin documentación, sino al asesino del rifle.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 24 de octubre de 2002