La ministra británica de Educación, Estelle Morris, sorprendió anoche al mundo político al presentar su dimisión al primer ministro, Tony Blair. Pese a los conflictos que han asediado su departamento en los dos últimos meses, su marcha ha sorprendido porque Morris tenía el pleno respaldo de Blair y del sector. Pero lo que más ha sorprendido es la explicación que ha dado: ha llegado a la conclusión de que no sirve para ese trabajo. Morris cree que lo hizo cuando era secretaria de Estado pero que le faltan cualidades para liderar todo el ministerio.
Estelle Morris presentó su dimisión el martes, pero Blair le pidió que lo consultara antes con la almohada.
En las últimas semanas se habían multiplicado los problemas de una ministra, antigua maestra de escuela, con excelentes relaciones con los profesores y respetada por la prensa hasta que estalló el escándalo de los exámenes del llamado nivel A. Miles de esos exámenes, decisivos para obtener una plaza en las elitistas universidades británicas, tuvieron que ser recalificados tras saberse que en muchos casos se había rebajado la nota de manera premeditada para mantener los niveles de notas del año anterior.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 24 de octubre de 2002