El pasado domingo se publicó una crónica sobre el partido de balonmano entre el Alcobendas y Ciudad Real. Su autor ofrece una detallada muestra del comportamiento de los aficiones, haciendo especial hincapié en los insultos dedicados a Talant Duishebaiev, jugador del Ciudad Real, que había lesionado días antes a un jugador local, de forma intencionada, según reconoció el propio jugador.
Si el comportamiento del deportista es reprobable, al igual que la recepción inicial que sufrió por parte de la afición local, mucho más lo es el tratamiento dedicado por su periódico al encuentro de balonmano.
¡Por fin se hacen eco de un partido del único equipo de Madrid en la Liga Asobal!, aunque en lugar de la página de deportes deberían haberlo incluido en la de sucesos, ya que, según el firmante de la información, el dispositivo policial evitó males mayores.
Además de los insultos iniciales, que los hubo, la afición del Alcobendas supo reconocer el juego del rival, en especial el de Talant Duishebaiev, considerado el mejor jugador del mundo, y el comportamiento de la afición manchega -no se cansaron de alabarles con el cántico de 'eso es una afición'-.
También estuvo al quite la grada ocupada por los seguidores del equipo de Duishebaiev dedicándose los dos últimos minutos a animar y jalear las acciones del equipo anfitrión.
Y una vez terminado el partido, ambas aficiones abandonaron el pabellón cada una por su grada para juntarse en las puertas de salida, en un ambiente de fiesta tras haber disfrutado de un buen espectáculo deportivo, con unos, los manchegos, contentos por la victoria, y otros, los alcobendenses, tristes por la derrota.
Fue tan sólo un partido de balonmano. Un espectáculo que volverá a repetirse en Alcobendas durante los próximos meses cada 15 días, y que deseamos que tenga en las páginas de su periódico el espacio que se merece.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 26 de octubre de 2002