Y, por fin, dos meses después, al Barça le salió una noche redonda, perfecta, ni que pintada. La primera que ha vivido el Camp Nou sin nervios en lo que va de temporada. Un festival de principio a fin. Los azulgrana apabullaron al equipo de Mané en apenas media vuelta de reloj: Kluivert desenmascaró a la defensa de este Alavés en horas bajas y a partir de ahí cayó la goleada en cascada.
BARCELONA 6| ALAVÉS 1
Barcelona: Bonano; Mendieta, Puyol, Frank de Boer, Fernando Navarro (Gerard, m. 74); Gabri, Xavi, Cocu (Rochemback, m. 69); Saviola, Luis Enrique (Riquelme, m. 46); y Kluivert. Alavés: Dutruel; Edu Alonso, Abelardo, Téllez, Llorens; Luis Helguera; Ilie (Karmona, m. 46), Astudillo, Jordi Cruyff, Ibon Begoña (Turiel, m. 65); e Iván Alonso (Rubén Navarro, m. 46). Goles: 1-0. M. 15. Kluivert remata una jugada iniciada por Xavi. 2-0. M. 26. Xavi saca un córner y Kluivert, de escorzo, cabecea en el pico del área pequeña. 3-0. M. 34. Mendieta transforma un penalti de Abelardo a Luis Enrique. 4-0. M. 40. Luis Enrique cruza un pase de Saviola. 4-1. M. 53. Ibon Begoña engancha un zurdazo en un rechace azulgrana. 5-1. M. 64. Xavi remata una asistencia de Saviola. 6-1. M. 79. Kluivert, tras una asistencia de Riquelme. Árbitro: González Vázquez. Amonestó a Luis Enrique, Gabri, Abelardo, Llorens y Begoña. Camp Nou: unos 60.000 espectadores.
El holandés repitió, hubo tiempo para que Mendieta mostrara su frialdad desde el punto de penalti y para que Luis Enrique evidenciara su voracidad ante la red. El partido, con los cuatro goles en el zurrón azulgrana, duró sólo una mitad y la segunda sirvió para que Riquelme, otra vez suplente, se reivindicara con una asistencia extraordinaria que evocó otros tiempos. Kluivert la aprovechó y logró el sexto del día y el hat-trick. Xavi había metido antes el quinto e Ibon Begoña, el gol del honor, en el único disparo a puerta de su equipo, por llamarle de alguna manera, pues estuvo tan indulgente detrás como perdido delante, por no hablar de la divisoria, donde Gabri barrió como si fuera el mejor pivote de recuperación del campeonato. El Camp Nou se fue feliz, aplaudiendo a los jugadores y haciendo por momentos la ola, lo nunca visto.
El Barça convirtió ayer en oro toco lo que tocó, pero la goleada tuvo dos aliados indiscutibles. No fue la noche ni de Abelardo, que debió sentir todo el peso de su largo pasado en este estadio, ni mucho menos la de Dutruel, hecho un manojo de nervios y que dio fe del por qué de su frustrado paso por el Camp Nou.
Los dos ex azulgrana fueron los que precisamente empezaron a dar vida al Barça, que había empezado con la misma empanada mental de tantos otros días. Tenía problemas para construir el juego, el balón corría como si pesara como el plomo, Xavi parecía perdido y el juego era más plano que un folio. Nada distinto de lo que, sin ir más lejos, había sucedido el miércoles ante el Lokomotiv de Moscú. Hasta que en el minuto 15, tras un error de Abelardo, Kluivert se hizo con un balón tonto y se metió en el área: su chut fue manso y dio la impresión que, como tantas otras veces, acabaría en las manos del portero. Pero allí estaba Dutruel y la pelota acabó brincando en la red.
La jugada iluminó al Barça que, a partir de ese momento, ante un partido cuesta abajo, recuperó la confianza, empezó a mover el balón con rapidez, a abrir más las bandas, a hacer paredes, a subir dos grados la presión en la recuperación y a agujerear como quiso y cuando quiso la zaga del Alavés, el segundo equipo, hasta ayer, más goleado del campeonato.
Todo le salió rodado al equipo de Van Gaal: se olvidó de su desesperante falta de acierto de muchos otros días y mostró una eficacia demoledora. Kluivert logró un gol de cabeza en un escorzo, muy plástico, y Pitu Abelardo, tan querido por la afición, empezó a vivir una pesadilla en su primera vuelta a Barcelona. Su amigo Luis Enrique le hizo una bicicleta en el área y la jugada no acabó en gol -Llorens lo salvó sobre la línea de gol- de milagro. Poco después ya no perdonó: Abelardo derribó a su paisano y Mendieta marcó de penalti.
La noche, ya escrita, la coronó antes del descanso Luis Enrique, que marcó el cuarto para éxtasis del ténico holandés, que lo celebró a lo grande ante el fastidio del banquillo de Mané.
Con el partido decidido, Van Gaal estuvo rápido de reflejos y llamó a Riquelme, que relevó al capitán tras haber vuelto vuelto al banquillo después de su lánguido partido ante el Lokomotiv. La noche era tan tranquila que hasta De Boer se olvidó de los nervios que dice sentir cuando la gente le pita y se atrevió a lanzar una falta y poner a prueba a Dutruel. Ni así se libró de la rechifla porque, en una jugada con cierta mala suerte, puso el balón en los pies de Ibon Begoña para que batiera a Bonano en la primera ocasión -luego Jordi lanzó una pelota al poste- en que se acercó a la portería azulgrana. Pero el Alavés, que había intentado evitar el desastre con un tercer central, no pudo frenar el festival azulgrana. Saviola continuó con sus diabluras -dio el quinto gol a Xavi- y Riquelme empezó a hincharse a dar asistencias en el área. La última fue de maestro: en vertical para que Kluivert encarara a Dutruel y despejara, al menos por una noche, todos los nubarrones que se habían cernido en las últimas noches por el Camp Nou.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 27 de octubre de 2002