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Crónica:

El Atlético mantiene el tipo

El cuadro rojiblanco no tuvo problemas para resistir ante un Celta sin delanteros

El Celta se entregó ante el Atlético al peligroso ejercicio del adorno, que parecía desterrado esta temporada de su vocabulario, pero le ocurre a este equipo que peor le van las cosas cuanto mejor juega, y lo mismo se impone con injusticia que aplasta al contrario sin inquietar a su portero. Ayer abusó del balón ante el equipo del Manzanares sin que Burgos pasara mayores apuros, y pagó el peaje de formar un grupo sin delanteros en el once titular. Todo lo que hizo se perdió en fuegos de artificio, y continuó ese proceso de deterioro de su imagen que inició seis días atrás, con la derrota frente al Rayo Vallecano. Recuperó el trazo de su fútbol, sí, pero sigue careciendo de un plan para llegar al área, y los resultados le empiezan a empujar al único sitio al que su fútbol sólo le puede llevar.

Tanta metralla ofensiva como sacó al campo Luis Aragonés no causó la más mínima explosión hasta el minuto 22, en un disparo de Contra que fue la primera noticia ofensiva del Atlético. Le siguió a los pocos minutos un fogonazo seco y lejano de José Mari, y a partir de ahí comenzó el cuadro colchonero a encontrarse un poco más cómodo, porque antes se mostró como un grupo fragmentado, rendido a la indecisión entre defender y atacar. Bastante culpa de todo ello tuvo el buen arranque de partido de Vagner y el sacrificio de Emerson, que lo persiguió por las cuatro esquinas. Hubo en el Atlético un espíritu físico y de contención que se contradecía con una alineación plagada de delanteros.

Sumido en la duda entre atacar o defender, el Atlético entregó el partido a los de casa, que recuperaron por momentos el trazo en el juego que tanto se les demanda y que con tanta intermitencia presentan. Incluso la lesión de Mostovoi se la tomó el equipo sin excesivo dramatismo, porque la ausencia del ruso no afectó al mejor manejo del balón que mostraron los vigueses, empujados por un Vagner motivado. El Celta encontró además un factor llamado bandas, del que viene renegando siempre que le falta Gustavo López.

Lotina hizo esta vez caso a quienes le dicen que Sylvinho es más extremo que Juanfran, y el equipo encontró por la izquierda la profundidad que le falta cuando carece del extremo argentino. Por la derecha Coudet apareció por primera vez en el equipo titular, y el resultado fue un Celta que abrió el campo, que tejió por el centro y por las bandas, que se asoció con criterio...y que falló en el área. Curioso síndrome el del Celta, que parece definir mejor cuanto menos dispara a puerta.

Resultó frustrante para el equipo de Lotina la facilidad con que cayó en el fuera de juego, consecuencia de la coordinada defensa rojiblanca y de cierta ligereza del árbitro asistente con el banderín, que sólo acertó cuando anuló un gol en el que Edu saltó más que Burgos a los diez minutos de partido. A poco que avanzaron los minutos se vio que Vagner comenzaba a caer en las redes de Emerson y que lo suyo sólo fue un simple buen arranque de partido, pero con el sacrificio de su marcador y con Nagore ausente por despiste, la desaparición del centrocampista céltico no tuvo mayor trascendencia para el juego de su equipo.

No debió de quedar muy satisfecho con su equipo titular Aragonés, que agotó sus cambios en diez minutos. La sustitución de Aguilera por Otero parecía prometer más profundidad, y la de Javi Moreno por Correa un simple intercambio de piezas. Aguilera cambió la posición de Contra, que se retrasó al lateral, pero quien le dio aire al equipo fue Movilla, que no defraudó en su sencilla misión de mejorar el papel de Nagore. Con Movilla ganó el Atlético en movilidad, tanto se defendió con mayor eficacia como atacó con más peligro, y comenzaron los rojiblancos a asomarse al área. Eso sí, siempre como si se reconocieran inferiores al Celta, a pesar que los de casa empezaban a mostrarse cansados de asociarse para nada.

Entró el partido en una fase peligrosa, y el dominio del balón que siguió ejerciendo el Celta fue cada vez más artificial. Le ocurrió al grupo de Balaídos que empezó a echar en falta delanteros, visto que Edu no acertaba con la portería, y a acusar tanta abundancia de futbolistas vistosos cuando toca asociarse, pero absolutamente blandos en el área. Se dio en el Celta un masivo paso atrás de su larga nómina de centrocampistas, más preocupados en bajar a prestar ayudas que en buscar la espalda de la defensa del Atlético, y así el encuentro sólo podía acabar sin goles.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 27 de octubre de 2002