En Murcia, dos profesores universitarios han demostrado en un riguroso estudio que el Plan Hidrológico Nacional comportará un crecimiento incontrolable del regadío y, por tanto, se han mostrado contrarios al trasvase del río Ebro que promueve el PP. ¿Resultado? El Gobierno regional les ha desacreditado públicamente, les ha calificado de antimurcianos y les ha acusado de abusar de su libertad de cátedra con finalidades políticas.
En Salamanca, un articulista de opinión del diario Tribuna se mostró partidario del retorno a Cataluña de los papeles robados tras la guerra civil. ¿Resultado? El director le ha comunicado que de los cinco artículos que hacía cada semana pasaría a sólo uno, y éso después de siete años de colaboraciones.
No le demos más vueltas. Lo que hoy día sufrimos, 25 años después de la supuesta recuperación de las libertades, es una auténtica libertad de opresión por parte de una nueva dictadura, la del pensamiento único que pretende hacer callar a la gente a golpe de perseguir, castigar y ahogar las ideas discordantes a la sombra de las megabanderas. Si éso es así, ¿alguien me podría decir qué diferencia hay entre la actual persecución ideológica y la represión de la época franquista?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 29 de octubre de 2002