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Multa para la sindicalista que asó sardinas en un encierro

El hornillo de la discordia, en eso se convirtió un simple instrumento que empezó sirviendo para calentar el café con leche en las mañanas del encierro que durante más de un mes mantuvieron delegados sindicales de UGT en el palacio que alberga la Consejería de Economía y acabó dorando sardinas. María José Valenzuela era una de las sindicalistas que en defensa de mejores condiciones laborales para los conductores del parque móvil protagonizó el encierro como medida de protesta y presión.

El 13 de diciembre de 2001, después de varias semanas encerrados y según consta en el fallo de la Audiencia de Valencia, los encerrados asaron varias sardinas en el hornillo eléctrico y agentes de la Unidad Adscrita de Policía Autonómica procedieron a retirar el hornillo. Pero toparon con la negativa de María José, con la que forcejearon y a la que produjeron lesiones. Cuando el asunto llegó a juicio, Valenzuela fue considerada autora de una falta contra el orden público pero apeló. La Audiencia mantiene el dictamen y dice que 'la conducta de la sindicalista no resiste sutileza alguna, se trata de la grosería de mantener encendido un fuego con riesgo en un lugar inapropiado y perfumar de paso el ambiente con molestos olores de cocina'.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 1 de noviembre de 2002