Se celebró hace unos días en Barcelona un congreso sobre los campos de concentración y el sistema penitenciario durante el franquismo, al que asistieron investigadores, escritores, estudiantes y particulares. Este congreso, pionero en España y seguido muy de cerca por historiadores franceses y belgas, ha supuesto un antes y un después en la historia de la represión franquista y sus consecuencias. Los avances en investigación que se han contrastado en este congreso 'abren nuevos espacios de conocimiento de las atrocidades cometidas durante el la dictadura del general Franco en todos los órdenes de la vida de los ciudadanos'. El último día y en sesión plenaria, se ratificó una declaración, que me parece de infinita importancia para la regeneración moral de nuestro presente y la construcción futura de nuestras vidas. El documento terminaba con un llamamiento a las autoridades locales, autonómicas y del Estado en los siguientes términos: tipificación como delito de la apología de la dictadura franquista, retirada inmediata, de la vía pública y de las instituciones, de todos los nombres y símbolos de la misma, retirar la subvención pública otorgada a la Fundación Francisco Franco y obligar a ésta a entregar su fondo documental a los archivos estatales, resolución del contencioso del Archivo de Salamanca y la constitución de memoriales democráticos que permitan recuperar del olvido la trágica experiencia y sus consecuencias, así como la memoria de miles de mujeres y hombres que lucharon por la libertad y la cultura; para que, de esta forma, se incorporen al conocimiento de las futuras generaciones. Espero con gran impaciencia, que alguien de una vez por todas, tome buena nota de estas palabras y cerrar así un pasado que todavía supura. Gracias al Museu d'Historia de Catalunya y a la organización por su buen hacer.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 4 de noviembre de 2002