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OPINIÓN DEL LECTOR

Vivir La Rambla

La decisión de participar de la fantástica posibilidad que brinda vivir en La Rambla, en el corazón mismo de la ciudad, es una experiencia diaria fascinante.Este territorio, el de La Rambla, se ha transformado con el paso del tiempo en mi espacio adoptado, con el que me identifico, al que me incorporé por decisión propia, y que se ha transformado en una más de mis historias, de mis pertenencias, representando hoy, mi lugar.

Por ello, considero una obligación tratar de defender este espacio adoptado, la naturaleza que lo caracteriza, y con la que me siento identificado. Días atrás, la Guardia Urbana, con sutil violencia y arrogancia, excluyó de La Rambla a un joven que todos los días, con una gran anomalía física a cuestas, pide dinero para subsistir.

Seguramente su espectáculo no era un digno ejemplo de urbanidad, sobre todo para los turistas. Quiero pensar que este es un hecho aislado, producto del desacierto de unos agentes municipales que se han equivocado, y no una política regida para el manejo del espacio público de la ciudad, y de los ciudadanos que viven en él, más allá de sus condiciones intelectuales, físicas o de nacionalidad.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 5 de noviembre de 2002