Ferrol no fue Vietnam

Para animar a los suyos ante la visita del temible vecino, Luis César Sampedro, entrenador del Racing de Ferrol, hizo un advertencia : "También Estados Unidos cayó en Vietnam". Una forma de recordar que la ley del más fuerte tiene sus excepciones y también un aviso sobre el partido que le esperaba al Deportivo cerca de casa. Y la advertencia no fue en vano. El Racing convirtió el choque en una emboscada guerrillera y obligó al Deportivo a sacar toda su artillería para resolver un choque que se le puso muy crudo. Irureta acabó alineando juntos a sus tres delanteros, Tristán, Luque y Makaay, y, cuando el duelo parecía abocado a la prórroga, el Depor logró evitar que Ferrol fuese Vietnam.

Diecisiete años después, la Copa permitió recuperar para la competición oficial los viejos duelos futbolísticos entre coruñeses y ferrolanos. En los años 60 y 70, los dos clubes eran adversarios habituales en Segunda y en cada partido solían saltar chispas. Algunos también quisieron calentar el choque en esta ocasión: desde hace días, proliferaban en el estadio de A Malata las pintadas amenazantes, y un grupo de aficionados deportivistas exhibió una gran pancarta con un texto despreciativo para Ferrol. Pero tampoco en ese aspecto el partido resultó el Vietnam que se temía el Depor. A la hora de la verdad, el estadio ni siquiera se llenó y no hubo incidentes de importancia.

Cuéllar, aquel habilidoso punta del Betis que un día sedujo a Johan Cruyff, vaga ahora por las profundidades de la Segunda División. Pero Cuéllar ha encontrado en la Copa un escenario ideal para rememorar sus días entre los grandes. El año pasado, con el Nastic de Tarragona, marcó dos goles al Madrid y le complicó una eliminatoria que se anunciaba muy confortable. Esta temporada se gana los garbanzos en Ferrol, y anoche repitió su venganza, esta vez con el Depor como víctima. Un cabezazo suyo metió al Racing en el partido cuando el Depor, que se había adelantado con gran facilidad, ya se hacía a la idea de tramitar una noche rutinaria. Cuéllar volvió a aparecer al comienzo de la segunda parte para teñir de negro el horizonte deportivista. Y a punto estuvo de amargar definitivamente la noche a los de Irureta cuando, a sólo ocho minuto del final y con su equipo en inferioridad numérica, metió un gran pase al japonés Yasunaga, cuyo gol amenazaba con condenar al Depor a la prórroga.

Es cierto que a la exhibición de Cuéllar contribuyó lo suyo la defensa deportivista, en la que también estaba Manuel Pablo, vecino del mismo edificio donde vive el jugador del Racing. Manuel Pablo, todavía recuperándose de su grave lesión, quería minutos de juego y ayer los aprovechó muy poco. Lo mismo puede decirse de Héctor y de Pablo Amo, que ayudaron a que cada una de las eléctricas llegadas del Racing fuese una ocasión de gol. Tanta benevolencia acabó contagiando al portero Juanmi, que puso en bandeja el segundo gol a Cuéllar.

Entre los fallos de su zaga y las dificultades para elaborar el juego ante la incansable presión del Racing, el Depor vivió agobiado la noche. El rival no le dio tregua ni cuando se quedó con uno menos. Sólo gracias a su pegada, pudo evitar en el último minuto la amenaza vietnamita.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 6 de noviembre de 2002