El compositor Tomás Marco (Madrid, 1942), uno de los músicos españoles más reconocidos, y el director de orquesta Arturo Tamayo (Madrid, 1946) recibieron ayer el Premio Nacional de Música, dotado con 30.050 euros, en la modalidad de composición, el primero, e interpretación, el segundo. 'La riqueza de su trayectoria musical, ratificada y renovada en sus obras más recientes', fueron los argumentos del jurado en el caso de Marco.
Ha sido una decisión con varias causas en común. El jurado del Premio Nacional de Música, otorgado ayer por un jurado presidido por Andrés Amorós, director general del Instituto Español de Artes Escénicas y de la Música (Inaem), ha querido premiar el arte musical español contemporáneo en dos de sus nombres más sonados.
El primero, Tomás Marco, lleva 40 años de carrera musical. "Me junté a la generación del 51", decía ayer desde su domicilio madrileño, en referencia a la pujante escuela musical que lideraban Cristóbal Halffter, Luis de Pablo o Carmelo Bernaola, todos, al menos 10 años mayores que él. Su actividad creativa no ha cesado desde entonces, una actividad que ha compenetrado con otras labores como crítico musical o en cargos de responsabilidad, como director del Festival de Música Contemporánea de Alicante, del Centro para la Difusión de la Música Contemporánea o del Inaem, organismo en el que estuvo entre 1996 y 1999.
"Con ilusión"
Marco, autor de óperas como El viaje circular, estrenada este año en Alicante, u Ojos verdes de luna, asegura que recibe el premio "con ilusión". Y agrega: "Es un premio muy importante y llega en un año que para mí ha sido de reconocimiento total, todo lo contrario a un annus horribilis, o como se diga". El éxito, en esto de la música contemporánea no viene rápido, pero es mejor así, según él: "Sí, porque el gran arte creativo no lo suele tener, pasa como con la poesía o la ciencia. Además, así hay despreocupación por lo que haces y no hay presión, ni debes complacer a nadie", afirma el músico.
En su caso, el jurado, compuesto además de por Amorós, por Elena Martín-Asín, subdirectora del Inaem, José Ramón Encinar, Ramón González de Amezúa, José Luis Pérez de Arteaga, Luis Suñén, José Luis Turina y los premiados el pasado año, la cantaora Carmen Linares y el compositor Mauricio Sotelo, ha justificado el galardón "por la riqueza de su trayectoria musical, ratificada y renovada por su producción más reciente". Y seguramente en su ánimo han tenido presencia sus más recientes creaciones, en las que, aparte de la ópera citada, El viaje circular, también cuenta su cantata América, estrenada hace dos años en el teatro de la Maestranza de Sevilla.
En el caso de Arturo Tamayo, director musical con una vinculación especial con la creación contemporánea española, las razones del jurado han sido éstas: "Por la constante y gran contribución a la difusión internacional de nuestra música", según consta en el acta de la reunión de ayer.
Tamayo estaba en Viena, donde reside habitualmente con su esposa, que también es intérprete. Quedó sorprendido. "Ni me lo esperaba, ni sabía que lo daban por estas fechas", afirmó desde la capital austriaca. El músico estudió piano, percusión y composición en Madrid y dirección en Basilea, con Pierre Boulez. Desde 1977 ha desarrollado una larga carrera y hoy trabaja por libre, sin estar vinculado a ninguna orquesta como titular.
Repertorio joven
Del repertorio, Tamayo reivindica la música española más reciente por gusto. "No trabajo con esta música porque me sienta obligado a que sea escuchada, sino por placer, por convencimiento personal", afirma. Y así, entre sus compositores más trabajados están los principales nombres de la música española del siglo XX, incluidos los más jóvenes de la nueva generación. Tamayo describe los rasgos comunes de todos. "No hay nada que defina una escuela española. Es más, sus rasgos comunes son la variedad y la fuerte personalidad de cada cual. Eso es bueno, positivo, produce más calidad", aseguró.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 6 de noviembre de 2002