Es azerbaiyano o azerí. Alim Qasimov, nacido hace 45 años en una familia de campesinos pobres de la antigua república soviética del Cáucaso, practica el arte modal del muqâm, en el que se expresan las variantes del sentimiento amoroso. Una tradición culta de raíces persas y turcas despreciada por los jerarcas socialistas: música de matices delicados y de fuerza volcánica cuando Alim Qasimov libera sus melismas. Es el canto del muecín, el de la caña del flamenco primitivo: recio, largo, melancólico.
Se sienta en un cojín sobre una alfombra. Un tambor doble (nagara), un laúd (târ) y una viola de mástil largo (kamântche) escoltan su voz estremecedora. Si alguien menciona tras oírle a Camarón o a Nusrat Fateh Alí Jan no estará blasfemando. Aunque, a pesar de la excepcional calidad de Qasimov, faltó ángel. Quizá porque muy poquita gente se acercó hasta el Johnny para disfrutar de este artista que comparte el Premio Internacional de Música de la Unesco con Yehudi Menujin, Ravi Shankar o Alicia de Larrocha.
Alim Qasimov
Malik Mansurov (târ), Rauf Rza Islamov (kamântche) y Natik Shirinov (nagara). Festival Emociona!!! Jazz. Colegio Mayor San Juan Evangelista. Madrid, 5 de noviembre.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 7 de noviembre de 2002