El hambre acecha a más de 14 millones de personas en Zimbabue, Malaui, Zambia, Lesoto, Mozambique y Suazilandia (un 25% de los 67 millones de habitantes de los seis países). El sida, a más de 18 millones, según la ONU. En muchos casos (pobres, mujeres o huérfanos) las dos amenazas coinciden. La Agencia de Agricultura y Alimentación de la ONU (FAO) calculó en junio que necesitaba 507 millones de euros para combatir la hambruna. Hasta la fecha ha reunido 180 millones.
Hay que saber cómo repartirlos. Luchar contra sida y hambre a la vez es muy complicado. Tanto, que la Agencia de Naciones Unidas contra el Sida (Onusida), representantes de los gobiernos y de las ONG de la región comenzaron ayer una reunión en Johanesburgo (Suráfrica) para estudiar cómo dividir la ayuda que llega a la zona. A falta de medicinas, los seropositivos necesitan tomar un 50% más de proteínas para no enfermar, según Onusida. Pero con ello no se puede descuidar la alimentación de los sanos, que son los que tienen que sembrar y recoger la próxima cosecha. Tampoco basta con llevar ayuda, indica la ONG Oxfam. Si se regala demasiado grano, se hundirá el mercado y los agricultores locales se empobrecerán. Son 'muchos factores para cuadrar la operación', según un asistente a la reunión.
Los niños son los más perjudicados. En la región viven más de cuatro millones de huérfanos. Abundan los hogares en los que los abuelos han tenido que asumir el cuidado de sus nietos, muchos de ellos seropositivos. Las familias más pobres han vendido sus parcelas, animales y herramientas para comprar comida o medicinas. Pero faltan cuatro meses hasta la próxima cosecha, y ya no tienen dónde ni con qué sembrar.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 7 de noviembre de 2002